Díaz-Canel, de gira para salvar su gobierno
- Miriam Leiva
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El Gobierno de continuidad requiere auxilio para tranquilizar a la población soliviantada debido a las dificultades para abastecerse de alimentos, medicinas y artículos esenciales
Este 16 de noviembre, Raúl Castro despidió a Miguel Díaz-Canel en el Aeropuerto Internacional “José Martí”. El gobernante se iba de gira en busca de ayuda para apuntalar el totalitarismo en Cuba.
Con el sector electroenergético como su objetivo fundamental, Díaz-Canel anunció su periplo por Argelia, Rusia, Turquía y China del 16 al 27 de noviembre. La obtención urgente de financiamientos, combustibles e inversiones, y la ampliación de la venta de servicios médicos para aliviar la eterna crisis y echar a andar la economía, previsiblemente ocuparán su agenda y negociaciones.
El gobernante dejaba atrás la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 22), y los empobrecidos festejos por el 503 aniversario de la capital. Su delegación está integrada por los viceprimeros ministros Ricardo Cabrisas y Alejandro Gil, y los ministros de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Energía y Minas, y Salud Pública.
El Gobierno de continuidad requiere auxilio para tranquilizar a la población soliviantada, con expresiones de inusual descontento en toda Cuba, debido a las dificultades para abastecerse de alimentos, medicinas y artículos esenciales, y por tener que soportar los apagones eléctricos de hasta 12 y 18 horas diarias.
Díaz-Canel ha empeñado su prestigio al prometer que a fines de año estará resuelto el problema eléctrico por nuevas reparaciones e inversiones, que parecen improbables según se aproxima la fecha y continúan las roturas en las obsoletas termoeléctricas cubanas, con 35 y 40 años de explotación, sin mantenimientos capitales y con escasas piezas de repuesto. Solo los grandes esfuerzos de los trabajadores de las plantas logran su funcionamiento esporádico.
A ello se unen los inestables suministros de combustible, fundamentalmente para la generación térmica distribuida, o sea, los grupos electrógenos con los que Fidel Castro suplió la construcción de nuevas centrales. El dinero para importar los escasos suministros de arroz, pollo, aceite vegetal, harina de trigo y otros alimentos, así como para pagar los compromisos de deudas, no existe.
Tampoco hay producciones para suplirlos y exportar, con las industrias fundamentales destruidas como la azucarera, y el tabaco devastado por el huracán Ian. Hasta ahora únicamente el Gobierno ofrece los cientos de medidas de la Tarea Ordenamiento, que no han reactivado las empresas estatales ni la agricultura, sino que han fomentado la gran inflación, el éxodo que está despoblando el país y la represión.
El gobernante cubano procura lograr la salvación económica urgente con el apoyo de los mandatarios de los países más comprometidos políticamente, al utilizar la herencia de Fidel Castro, como el apoyo a la lucha de liberación y el envío del primer contingente de personal médico a Argelia en 1963. Los vínculos con China y Turquía se han estrechado, mientras las relaciones con Vladímir Putin se han fortalecido con el apoyo a su invasión a Ucrania. Pero quien paga manda, como dijera el gran Benito Juárez.
Díaz-Canel escribió que visitará amigos y abrirá caminos con gestiones para salidas a la asediada economía. En esta ocasión, podría aprovechar las conversaciones y las muestras de avances en esos países, que eran muy pobres y atrasados cuando en 1959 Cuba continuaba implantando los más avanzados descubrimientos de la Humanidad, para comprender que solo la apertura a la participación libre de los ciudadanos restituirá la prosperidad. Allí la excusa del “bloqueo” no logrará salvamentos.