Mi buen y excelente amigo [ siempre él y Linda tuvieron exquisitas deferencias conmigo ], se declaraba agnóstico,o sea incapaz de conocer si Dios existe o no; una manera muy culta y elegante – como acostumbraba—de encubrir su ateísmo militante.
Porque Carlos no era un ateo del montón; sino uno bien refinado, públicamente conocido, y coherente en esa decisión de su intelecto y conciencia. Por ahí, en los archivos andan las evidencias.Nunca tocaba el tema; pero si le preguntaban acerca de Dios, la respuesta bien elaborada estaba a flor de sus labios.
Por eso, cuando leí el obituario, me percaté enseguida de su decisión de suicidarse, de una manera también culta, no violenta, llamada eutanasia. En ese comunicado mortuorio se daban las gracias a una sociedad española de ”muerte asistida.”
¡Que pena!
Era lo esperado, después de su declive irreversible,dada una rara enfermedad neurológica llamada parálisis supranuclear que seguramente lo llevó a una depresión in extremis que nubla el entendimiento natural.
Dios escoge a sus hijos; a la inversa de lo que comúnmente se piensa en las calles y en las iglesias. Evidencia bíblica sobra en las Escrituras.
Pero Dios es un misterio. Nunca sabremos exactamente el porqué, cuándo y dónde Él toca a sus “agraciados.”
La palabra es exacta: los que alcanzan su gracia
.
Y, al parecer, mi gran amigo no fue uno de los bienaventurados
.
Este ateísmo agnóstico me lleva a un cierto velo de oscuridad, y de un amargo saborcito en toda su obra literaria y patriótica. Dije: “cierto velo.”
Oro por su alma; que en presencia de un Dios misericordioso y amoroso esté
Topic Author
