¿Dónde está Palestina?

¿Dónde está Palestina?

7 years 5 months ago - 7 years 4 months ago
#9679
El mundo enfrenta una realidad que ha desestabilizado durante más de medio siglo la paz mundial debido a un complicado conflicto árabe-israelí anclado en el mito de la "independencia de Palestina". Veremos que este es sólo un pretexto en los verdaderos propósitos de algunos líderes del mundo árabe –sobre todo de las facciones más extremistas– encaminados a destruir a Israel y borrar del mapa a todos sus habitantes.

Es notable como este pretexto ha servido para extender esta rivalidad hacia la verdadera meta del Islamismo radical de conquistar el resto del mundo y someter a los “infieles”. Por otra parte, es importante subrayar que el reconocimiento de esta realidad no implica una sanción favorable a los muchos errores y abusos que algunos gobiernos israelíes han cometido con sus hermanos semitas. Esas políticas expansionistas y arrogantes equivocadas no han hecho otra cosa que echarle más leña al fuego y entorpecer la concertación de una paz duradera con dirigentes musulmanes más moderados.

Sin embargo, lo cierto es que el gran peligro para la humanidad en estos momentos no es Israel ni el judaísmo, que se contenta con un pequeño territorio donde sus habitantes aspiran a que los dejen en paz. El gran peligro surge del terrorismo extremista que formula mentiras históricas para fabricar un mito que justifique sus excesos.

¿Cuáles son los antecedentes históricos de esta entidad que hoy día llamamos Palestina? Veamos.
Si vamos a la antigüedad bíblica, sencillamente no existía. Pero tampoco encontramos su definición geográfica en la Edad Media, ni siquiera como parte del proceso expansionista del Islam por las costas del Mediterráneo y sus territorios adyacentes.

Para buscar el origen del nombre, aunque no de la entidad geográfica, tenemos que remontarnos a tiempos del Emperador Adriano, que en el año 135 desmembró la provincia de Judea y expulsó a los judíos a la diáspora. Con un propósito todavía más radical, destruyó el Templo de Jerusalén y quiso erradicar todo rastro de la civilización judía bautizando la región con ese nombre, el cual había sido acuñado por los filisteos muchos siglos antes, en época de David y Goliat.

Desde entonces esta región, con otros nombres sucesivos ha sido siempre parte de otras entidades administrativas del Oriente Medio. Fue parte de provincias romanas, de los califatos musulmanes que conquistaron Jerusalén y toda la región aledaña a partir del siglo VII, de los reinos cristianos fundados por los cruzados que reconquistaron una parte de esos territorios alrededor de Jerusalén, y finalmente por los imperios musulmanes que gobernaron la región hasta que los Otomanos perdieron el imperio a manos de franceses e ingleses al finalizar la I Guerra Mundial. Ninguno de ellos consideró a Jerusalén su capital. Antes de la guerra, el Imperio Otomano había dividido durante siglos la región que hoy ocupan Líbano e Israel en dos provincias conocidas como "Beirut" y el "Sanjak de Jerusalén", también nombrados Vilayato de Beirut y Califato de Jerusalén.

El área geográfica que hoy llaman Palestina, y que incluye al Estado de Israel, no ha sido nunca una entidad autónoma ni, mucho menos, independiente. No existe tampoco un idioma palestino, ni una etnia o cultura específicamente identificada con ese territorio. Sencillamente son todos árabes, y las divisiones actuales son producto del capricho imperialista de franceses e ingleses, que inventaron países como Líbano, Siria, Jordania, Iraq, Kuwait, etc. En ese territorio que hoy ocupa Israel vivían ya a finales de la I Guerra Mundial tanto judíos como árabes.

La población judía llegó a ser más numerosa a finales de la II Guerra Mundial, por dos motivos fundamentales: 1) La Declaración de Balfour, por la cual los británicos se mostraron favorables en 1917 a ceder un pequeño territorio a los judíos ya establecidos en esa región, lo cual provocó un proceso migratorio inicial de judíos hacia esas zonas. 2) El Holocausto nazi, que provocó una emigración masiva de judíos al ansiado Estado de Israel para escapar del exterminio masivo que enfrentaban en Europa.
Por lo tanto, la partición del territorio sancionada por las Naciones Unidas en 1948 daba a los judíos territorios donde contaban con una clara mayoría demográfica. El resto pasó a la soberanía de Jordania (Cisjordania) y de Egipto (Franja de Gaza y un sector limítrofe con el Sinaí). Ningún sector de esta partición fue identificado como una Palestina autónoma o independiente.

Los territorios que conformarían el Estado de Israel eran prácticamente indefendibles y los judíos no contaban con un ejército. Por lo tanto, los Estados árabes juntaron sus ejércitos para invadir y dominar los territorios que creyeron presa fácil. Esa guerra ya se venía gestando con frecuentes agresiones internas a las comunidades judías desde que se proclamó la partición el 29 de noviembre de 1947, hasta la invasión de los ejércitos árabes el mismo día de la declaración de Independencia de Israel el 14 de mayo de 1948. El 7 de Enero de 1949, después de 13 meses de guerra, el Estado de Israel logró consolidar un territorio y se estableció un alto al fuego. Desde el 24 de febrero al 20 de julio de 1949, se firmaron acuerdos de paz con Egipto, Líbano, Jordania y Siria sucesivamente. Irak se negó a firmar tales acuerdos, retiró sus tropas y dejó el control de Jordania a la Legión Árabe. Lo que hoy han bautizado como Estado Palestino, era la Cisjordania, como parte del Reino de Jordania, y la franja de Gaza, como parte de Egipto. En otras palabras, sus habitantes eran árabes de Jordania y de Egipto (en color amarillo en el mapa).

Por lo tanto, el "Estado Palestino" es un mito, y los refugiados palestinos, sobre todo en Jordania, una barbaridad. Es vergonzoso para los líderes árabes de la región que al cabo de más de medio siglo sigan en campamentos “de refugiados” en un país del cual formaban parte originalmente, lo cual puede interpretarse como una evidente y cruel manipulación para que esta cuestión no se resuelva pacíficamente. Igualmente puede decirse de la proclamación de Jerusalén como “capital” de Palestina, cuando en toda la historia o bien ha sido una ciudad más en manos de imperios foráneos o bien ha sido capital de Judea y/o Israel en la antigüedad. El mito se acentúa además en el ámbito religioso cuando proclaman a la mezquita Al-Aqsa y al Templo de la Roca, situados en Jerusalén, como un tercer lugar sagrado de peregrinación Islámica, después de La Meca y Medina.

La verdad pura y sencilla es que Jerusalén no aparece mencionada en el Corán, mientras que La Meca es citada más de un centenar de veces y Medina unas cuantas veces también. Sin embargo, la capital de Israel sí aparece mencionada en la Torá cientos de veces como ciudad sagrada y capital. Tampoco hay prueba histórica de que el profeta Mahoma haya visitado o residido en Jerusalén. Para afianzar este mito suelen citar la Sura 17, titulada “El viaje nocturno” en la que se evoca un sueño de Mahoma llevado “del templo sagrado al templo más remoto”. Son interpretaciones muy posteriores a Mahoma las que implican que ese “templo más remoto” corresponde a la mezquita Al-Aqsa, la cual fue construida por el califa Al-Walid en 711 (casi un siglo después de la muerte de Mahoma), en un extremo de la plataforma del Templo judío original. Fue este califa quien decidió que este lugar era donde el profeta ascendió al cielo y por eso nombró Al Aqsa a la mezquita recién construida, que significa “el punto más remoto”.

Esta guerra interminable entre árabes y judíos, ambos semitas, no es más que un pretexto para los ambiciosos de poder que enardecen a los pueblos para perpetuar su dominio y ensalzar su prestigio. Es la misma ambición y egoísmo que enfrenta ferozmente a sunitas, shiítas, kurdos y wahabíes, todos ellos musulmanes, pero cada uno también con sus mitos y pretextos fomentados por caudillos desalmados. Entre ellos, los únicos que no demuestran un afán expansionista ni una cultura de conquista son los kurdos, que solamente aspiran, como los judíos, a que los dejen en paz en los territorios donde viven. Lamentablemente, al igual que a los judíos, el mundo les da la espalda.

Debe reconocerse también que en Cisjordania vive una población árabe que es mayoritaria y que el Estado de Israel ha impulsado una política de asentamientos judíos mediante la cual están modificando por la fuerza la composición demográfica de ese territorio. Estos asentamientos en territorios ocupados como resultado de una guerra equivalen a satisfacer una ambición de conquista territorial que dista mucho de facilitar un proceso de paz, sino que establece las bases para interminables litigios y guerras futuras. Por una parte, es comprensible que Israel intente de forma solapada y gradual controlar Cisjordania después de la mala experiencia sufrida con el desmantelamiento de los asentamientos en Gaza y posterior retirada del territorio, desde el cual sufre constantes bombardeos y ataques terroristas desde entonces. Por la otra, es comprensible que ese sector del mundo árabe no esté dispuesto a aceptar su desintegración y/o sometimiento, sino que enfrenta ferozmente la política expansionista que se convierte en un verdadero combustible de rebelión.

La paz se lograría en ausencia de los caudillos ambiciosos, guerreristas y/o fanáticos que alimentan estos odios y fomentan estas guerras, para que los pueblos puedan asentarse como buenos vecinos en los territorios donde vivan, borrando esas fronteras caprichosas inventadas en las entrañas del Imperio Otomano para volver a dibujarlas a lo largo de razonables fronteras que reconozcan factores étnicos y religiosos en beneficio de sunitas, shiítas, kurdos, wahabíes y judíos. Y que el Oriente Medio vuelva a ser una encrucijada de comercio y enlace entre tres continentes. Una verdadera Tierra Santa de paz y armonía.
Last edit: 7 years 4 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.

Re: ¿Dónde está Palestina?

7 years 5 months ago - 7 years 4 months ago
#9685
Apenas dos días más tarde de publicado este análisis, tuve el disgusto de leer la noticia publicada desde Jerusalén el 7 de diciembre anunciando que, además de los 120 asentamientos "legales" establecidos en Cisjordania mediante expropiaciones forzosas a cambio de "compensaciones" económicas, el Knesset votó con 60 diputados a favor y 49 en contra a favor de legalizar 102 colonias "ilegales", las cuales quedarán ahora bajo el amparo de la ley israelí mediante el pago de compensaciones a sus dueños titulares legítimos (árabes).

Es muy lamentable que la política expansionista del PM Netanyahu apañada por el Knesset, se imponga ciegamente a una política de paz que sólo es posible y viable mediante una clara disposición al respeto mutuo. Aunque el Estado de Israel se ha visto durante medio siglo sitiado en su pequeño territorio por el hostil mundo árabe que predica su destrucción total, el sentido común debe dictar a los dirigentes judíos la necesidad de aprovechar que todavía pueden negociar desde una posición ventajosa, dada su superioridad militar, para convencer a tantas personalidades y dirigentes árabes moderados de lo aconsejable que es la paz para ambas partes dentro de las fronteras establecidas desde 1967, las cuales son defendibles y pueden, además, ser garantizadas por una fuerza adecuada de combate de las Naciones Unidas (peace enforcement) con capacidad militar suficiente para impedir nuevas hostilidades. Un ejemplo de este tipo de intervención lo tenemos en el Congo, donde hay 16,735 soldados de las fuerzas de paz con capacidad de combate, además de 478 observadores militares, 1,407 policías, 3,470 miembros del personal civil y 370 voluntarios de diversos organismos especializados de las Naciones Unidas.

Hacer público con vigor un compromiso -como ya hicieron en Gaza- de desmantelar los asentamientos y retirarse de Cisjordania a cambio de un tratado de paz y supervisión armada de la misma por las Naciones Unidas provocaría la simpatía de muchos países democráticos amigos que con toda seguridad respaldarían un firme proceso de negociación y ejercerían presión sobre la parte más recalcitrante. Es más, esta paz podría gestionarse con Jordania y Egipto como interlocutores principales para que tomen bajo su tutela los territorios de Cisjordania y Gaza respectivamente y desaparezca el espejismo de una Palestina que no existe más que para exacerbar los odios en la región.
Last edit: 7 years 4 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.

Re: ¿Dónde está Palestina?

7 years 4 months ago - 7 years 4 months ago
#9724
Es sorprendente la reacción Israelí ante lo que pudieron haber anticipado cuando, como señalé en el aporte anterior, el Knesset votó a favor de legalizar 102 colonias "ilegales" en ese territorio, aparte de que ya existían otros 120 asentamientos "legales" en esa región ocupada.

La condena aprobada prácticamente por unanimidad en el Consejo de Seguridad no ha sido más que la consecuencia lógica que se agrava para el Estado israelí, ahora sumido en el aislamiento, porque esa política expansionista por territorios que fueron ocupados en una guerra acabó por colmar la copa de su aliado tradicional, Estados Unidos, que perdió la paciencia y optó por abstenerse, permitiendo la aprobación de la condena internacional al no ejercer el veto.

Es lamentable esta ceguera de los dirigentes israelíes que arrastran hacia el abismo a un sector notable de la población que los sigue, tratándose de un país que ha sido ejemplo de progreso y democracia en la región y que necesita imperiosamente desarrollar una política que no provoque a sus adversarios más moderados ni justifique el odio de los extremistas que pretenden hacerlos desaparecer de la faz de la tierra.
La aprobación de los 102 nuevos asentamientos y la condena unánime del Consejo de Seguridad, que representa la opinión de la inmensa mayoría de los países del mundo, puede ser la antesala de sucesos muy trágicos en esa región, semillero de nuevas guerras y ataques terroristas contra un Estado que se ha aislado con sus actos, incluso de quienes podían ser sus aliados y amigos, pero que posee un considerable poderío nuclear que puede resultar sumamente peligroso en manos de dirigentes acorralados por las circunstancias que ellos mismos han propiciado.

Quienes alegan que esta Resolución 2334 del Consejo de Seguridad no tiene garra y se sumará a muchas otras que han sido inefectivas, deben reflexionar sobre los tres primeros párrafos (de un total de 13) de su parte resolutiva, que dicen:

"1. Reafirma que el establecimiento de asentamientos por parte de Israel en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, no tiene validez legal y constituye una flagrante violación del derecho internacional y un obstáculo importante para el logro de la solución biestatal y de una paz general, justa y duradera;
2. Reitera su exigencia de que Israel ponga fin de inmediato y por completo a todas las actividades de asentamiento en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Oriental, y que respete plenamente todas sus obligaciones jurídicas a ese respecto;
3. Subraya que no reconocerá ningún cambio a las líneas del 4 de junio de 1967, incluso en lo que respecta a Jerusalén, que no sean los acordados por las partes mediante negociaciones;"

Por una parte, al ser aprobada esta Resolución, textualmente reafirma y, por tanto, les da validez a otras diez resoluciones anteriores sobre este conflicto. Además, este texto sirve dos propósitos. Primero, "Reafirma" la ilegalidad de la política de asentamientos y le recuerda a Israel que durante mucho tiempo se le ha dicho que los asentamientos son ilegales; en consecuencia, ha sido infructuosa su política de medio siglo encaminada a hacer valer un hecho consumado para normalizar -o incluso legitimar- la ocupación con la presencia de una población trasladada a la zona. Sin duda, este texto dará impulso a la investigación que ya viene realizando la Corte Penal Internacional para ver si debe pronunciarse sobre la petición palestina de ejercer soberanía sobre los asentamientos. Mientras que una Resolución como esta -basada en el Capítulo VI (y no en el Capítulo VII) de la Carta- no tiene mecanismos de aplicación, tiene sin embargo una potente validez legal que sirve esencialmente para proceder a un juicio de derecho internacional.

Segundo, ahora los asentamientos han sido inequívocamente definidos como ilegales por la máxima autoridad existente en el planeta para definir y formular el derecho internacional. La política de asentamientos ha sido y es el corazón y la razón de ser de la ocupación de Cisjordania, y existe para perpetuarla. Por tanto, al condenar esta política calificada de ilegal el Consejo de Seguridad está declarando que la ocupación en torno a estos asentamientos es también inherentemente una violación del derecho internacional.

Más le vale a Israel desistir de continuar esta política y tomar resueltamente la senda de la negociación y reconciliación que puede allanarle el camino hacia la paz. Su existencia está en juego, hoy más que nunca.

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Last edit: 7 years 4 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.

Re: ¿Dónde está Palestina? - La encrucijada de Israel

7 years 4 months ago - 7 years 4 months ago
#9734
La reciente Resolución del Consejo de Seguridad no fue nueva ni injusta ni traidora.

La reciente resolución de las Naciones Unidas que, entre otras cuestiones, se refiere a los asentamientos israelíes en los territorios ocupados, ha provocado una reacción extraordinaria en ambientes políticos y mediáticos. La razón fundamental es que Estados Unidos, en lugar de vetar la resolución, se abstuvo permitiendo que ésta fuera aprobada por práctica unanimidad. Las lecturas del hecho han ido de afirmar que Obama ha traicionado a Israel, “nuestro aliado” a señalar que la paz mundial está en peligro pasando por señalar que el mundo está en peligro. Semejantes afirmaciones son comprensibles según quien las ha emitido, pero se corresponden poco o nada con la realidad ya que la resolución no es ni nueva ni injusta ni traidora.

De entrada, la resolución no ha sido un documento contra Israel aunque así lo ha interpretado el gobierno de Netanyahu, un sector de la opinión pública israelí y judía – ha habido sectores que, por el contrario, lo han contemplado de manera positiva – y diferentes instancias políticas y mediáticas especialmente en Estados Unidos. De hecho, en sus páginas aparecen referencias muy claras de condena al terrorismo e incluso de aquellas conductas que intentan caldear todavía más el ya bastante tórrido panorama de Oriente Medio. No es menos cierto que el documento apelaba de manera especial al cumplimiento de la Cuarta convención de Ginebra relativa a la protección de civiles en tiempo de guerra. Dicha convención, redactada en 1949, es reconocida en la actualidad por 196 naciones y establece en su artículo 49 la prohibición terminante para cualquier potencia que ocupe territorio enemigo de transferir a sus propios civiles al territorio que ocupa. De manera semejante, el artículo 55 de las regulaciones de la Haya ordena también de manera terminante a los poderes de ocupación que salvaguarden la propiedad de la gente que vive en territorios ocupados y que mantenga el statu quo. Estas disposiciones persiguen una finalidad de justicia indudable y es evitar que los invasores que ocupan un territorio aprovechen semejante circunstancia para desalojar a sus habitantes, para establecer a sus propios nacionales y para terminar por apoderarse de un territorio sobre el que carecen de derecho. Semejantes normas son desde 1993 obligatorias para todas las naciones al considerarse que las convenciones de Ginebra ya han pasado al derecho internacional consuetudinario. En otras palabras, dado que Israel está construyendo asentamientos en territorios ocupados desde 1967, a pesar incluso de las conversaciones de paz, viola de manera sistemática la IV Convención de Ginebra y debe ser advertido de que semejante conducta es intolerable. No se trata, pues, de una resolución injusta sino escrupulosamente legal de acuerdo con el derecho internacional. Es más, Estados Unidos ha mantenido esa misma posición desde hace años aunque, en la práctica, no haya hecho nada para obligar a Israel a someterse a la legalidad. Tampoco lo ha hecho ahora sino que se ha limitado a no utilizar su poder de bloqueo en el Consejo de seguridad de las Naciones Unidas. Considerar que ese paso es una traición – y más cuando Obama apoyó hace unas semanas una ayuda económica para Israel que supera la cuantía de todo el Plan Marshall – resulta, como mínimo, exagerado. Con todo, resulta obligado ver los antecedentes del problema para intentar colegir cuáles serían las posibles soluciones si es que éstas existen.

En 1878, la población del territorio que convencionalmente conocemos como Palestina y que incluía el actual Israel y los denominados territorios ocupados era de un 96.8 por ciento de árabes, tanto cristianos como musulmanes, y de 3,2 por ciento de judíos. La situación experimentó un impulso favorable a los sionistas cuando, en 1917, la Declaración Balfour, derivada del gobierno británico, señaló sus deseos de aceptar la creación de un hogar nacional judío en el mandato de Palestina aunque – el matiz es muy relevante – respetando los derechos de la población de la zona.

Gracias a un creciente proceso migratorio, en 1922 el porcentaje de árabes en Palestina era de 87.6 por ciento y el de judíos de un 11 por ciento. En esa década comenzaron a producirse enfrentamientos entre comunidades al ir adquiriendo los judíos propiedades que, previamente, habían pertenecido a propietarios árabes absentistas. Apenas una década después – en 1931 – el 81.6 por ciento de la población era árabe y el 16.9 por ciento, judío. Durante esa década el número de judíos se fue incrementando con sucesivas oleadas de inmigrantes a la vez que los británicos, que desde 1917, controlaban el mandato de Palestina reprimían con especial dureza a la población árabe hasta aniquilar de manera prácticamente total su dirección. Se trató, por otra parte, de acontecimientos previos al estallido de la Segunda guerra mundial y relacionados, fundamentalmente, con el desarrollo colonial del imperio británico. Aplastar a unos árabes a los que se había prometido la independencia en el curso de la Primera guerra mundial, pero a los que se convirtió en súbditos del imperio era prioritario y, para lograr ese objetivo, no faltó el concurso sionista que, por añadidura, consideraba muy apreciable el entrenamiento que recibió de oficiales británicos como O. Wingate.

Gran Bretaña limitaría ocasionalmente la entrada de judíos por razones de seguridad. Los sionistas llegaron a un acuerdo con el III Reich – en el mismo tuvo un papel esencial Eichmann – encaminado a enviar a los judíos de los territorios regidos por Hitler a Palestina. Ha sido un historiador israelí, Tom Segev, el que ha desvelado muchos de los términos del acuerdo – los sionistas, por ejemplo, no deseaban recibir ancianos o enfermos sino hombres robustos – que los británicos vieron, no sin razón, como una vía para que Hitler llenara de espías Oriente Medio. En términos generales, los sionistas mantuvieron buenas relaciones con los británicos salvo en el caso de grupos terroristas como el que contaba entre sus militantes a Menahem Begin y que no dudó en perpetrar atentados como la explosión del Hotel Rey David.

En 1947, con una Gran Bretaña empobrecida por la Segunda guerra mundial y deseosa de irse desprendiendo de su imperio, la ONU decidió dividir el mandato de Palestina en un estado árabe y otro judío. Los árabes tenían el 69 por ciento de la población y la propiedad del 92 por ciento de la tierra, pero sólo recibirían el 43 por ciento de la tierra. Por el contrario, los judíos siendo el 31 por ciento de la población y teniendo menos del 8 por ciento de la tierra iban a recibir el 56 por ciento del territorio. Por añadidura, la tierra más fértil pasaría a manos de los judíos. En este reparto – a todas luces discutible – pesó la mala conciencia de las naciones occidentales por el Holocausto. Sin embargo, no deja de ser llamativo que esa mala conciencia intentaran calmarla con territorio y población situadas fuera de Europa. Por otro lado, estas circunstancias permiten entender por qué los árabes rechazaron semejante partición – ¿lo hubiera aceptado alguno de los lectores para su nación y en beneficio de recién llegados que apelaban a derechos históricos de milenios atrás? – y porqué los sionistas la recibieron con entusiasmo. Con entusiasmo, pero también con realismo porque eran conscientes de que se les adjudicaban territorios donde la presencia árabe era total o muy mayoritaria. Conscientes de ese problema, antes de que se proclamara el estado de Israel, las fuerzas armadas sionistas llevaron a cabo una serie de acciones violentas conocidas como plan Dalet que incluyeron, entre otras conductas, asesinatos masivos y violaciones y cuya finalidad era obligar a los árabes a abandonar sus tierras. El episodio de la matanza de Deir Yassin es conocido, pero no fue el único. De esa manera unos 300.000 árabes fueron expulsados de sus propiedades antes de que un solo soldado de un ejército árabe pusiera su pie en territorio del mandato de Palestina en 1948. En otras palabras, antes del inicio de la guerra de independencia de Israel, centenares de miles de palestinos habían sido expulsados de sus tierras por las fuerzas sionistas. El mérito historiográfico de haber documentado estos hechos ha correspondido fundamentalmente a historiadores israelíes. Se puede discutir el que uno de ellos – Ilan Pappé – haya calificado estos hechos como ”limpieza étnica”, pero es innegable que los hechos tuvieron lugar y que pretendían, como se desprende de la documentación israelí, la expulsión de los árabes de sus territorios.

Al término de la guerra de independencia, Israel con una posesión inicial de menos del 8 por ciento de la tierra, se había apoderado del 78 por ciento. Setecientos mil palestinos fueron a parar a campos de refugiados mientras los pueblos árabes eran arrasados y convertidos en tierra fértil o en asentamientos israelíes. De hecho, de las 500 poblaciones árabes, cuatrocientas fueron destruidas por las fuerzas israelíes. Sin duda, la situación era mala y planteaba problemas jurídicos graves como el del derecho de retorno que está reconocido por el derecho internacional, que era aplicable a centenares de miles de palestinos y cuyo bloqueo fue sistemático por parte de Israel. Con todo, debe reconocerse que la situación aún empeoró más cuando en el curso de la guerra de los seis días en 1967, Israel ocupó militarmente Gaza y Cisjordania y cuatrocientos mil árabes fueron expulsados de sus hogares. La mitad lo era por segunda vez en menos de veinte años. De manera inmediata, las autoridades israelíes, en contra de lo establecido en la IV convención de Ginebra, comenzaron a asentar población propia en los territorios ocupados militarmente. Lo que ya era un problema grave, se iba a convertir en un semillero de conflictos.

Por añadidura, desde el inicio de la ocupación israelí más de cuatrocientos mil palestinos han sido detenidos. En muchos casos, las detenciones han sido justas y se han relacionado con acciones delictivas e incluso terroristas. Sin embargo, como se han ocupado de poner de manifiesto organizaciones israelíes de Derechos humanos, no es menos cierto que muchas veces las detenciones se realizaron sin cargos, en condiciones inhumanas y acompañadas de la práctica de la tortura que, en determinadas condiciones, es legal en Israel.

El estallido de la intifada – en el curso de la cual las fuerzas de ocupación israelíes perpetraron atrocidades como la estrategia de los brazos rotos consistente en quebrar los miembros de los detenidos – y la primera guerra del Golfo desembocaron en un proceso de paz iniciado en 1993. Al mismo contribuyeron tanto el reconocimiento, ya la década anterior, del derecho de Israel a existir como estado por parte de los palestinos, como el deseo de Bush de impulsar activamente un Nuevo orden mundial.

No todo fue positivo en ese proceso de paz ya iniciado. Por ejemplo, durante el mismo, Israel siguió construyendo asentamientos contrarios a la cuarta convención de Ginebra de tal manera que el número de colonos judíos pasó de 200.000 a 400.000. Por añadidura, desde 1967 y también en contra de la Convención de Ginebra, 18.000 hogares palestinos fueron demolidos. De ellos, 740 lo fueron durante el proceso de paz en la fase de Oslo.

La ilegalidad de estas acciones ha quedado establecida por distintos organismos que van de la ONU a la Cruz roja. Incluso el Informe Sasson realizado en virtud de las presiones de Estados Unidos sobre Israel estableció taxativamente que el ministerio de vivienda y construcción, la Organización sionista mundial, el ministerio de educación y el ministerio de defensa cooperaron para “establecer sistemáticamente puntos de asentamientos ilegales” (systematically establish illegal settlement points), pagando millones de dólares para crear la infraestructura para veintenas de asentamientos.

En el año 2003, como parte de la hoja de ruta, Israel se comprometió a desmantelar dos docenas de asentamientos. Tal desmantelamiento no sólo no se ha producido sino que el número de asentamientos se ha incrementado. A decir verdad, Netanyahu ha convertido en uno de los objetivos de su política la de mantener los asentamientos e incluso incrementar su número. De hecho, como nuevo paso álgido en este espinoso trayecto, a finales de diciembre de 2016, Israel aprobó una normativa que permitirá, en contra de la convención de Ginebra, expulsar a más palestinos de sus hogares y multiplicar los asentamientos israelíes. No se trata de una interpretación retorcida de la ley por parte de los enemigos de Israel. De hecho, Naftalí Bennet, ministro de educación y dirigente máximo de Ha-Bayit ha-yehudí afirmó esa misma semana al aprobarse la ley: “Este es un día histórico. Hoy, el parlamento israelí se ha movido de dirigirse hacia el establecimiento de un estado palestino a moverse hacia la soberanía en Judea y Samaria y a despejar cualquier duda al respecto – la regulación contenida en la ley es la punta del iceberg en la aplicación de la soberanía”. En otras palabras, la ley no tiene una finalidad urbanística sino política, la de imponer la soberanía israelí en los territorios ocupados. Puede comprenderse que la comunidad internacional reaccionara e impulsara una resolución condenando esa conducta porque implica no sólo la continuación de la violación de la IV Convención de Ginebra sino la instrumentalización de ese comportamiento de tal manera que la solución del conflicto sobre la base de dos estados se aleje cada día más. No puede ser de otra manera en la medida en que no existe apenas territorio sobre el que establecer un estado palestino e incluso el poco que existe está surcado por asentamientos israelíes conectados por vías de comunicación que sólo pueden utilizar los israelíes y protegidos por distintos enclaves militares israelíes.

¿Existe solución para este contencioso que se alarga desde hace décadas en contra de la legalidad internacional? Confieso que, a largo plazo, sólo soy capaz de ver dos caminos de conclusión. El primero es el de seguir la política seguida por Israel desde 1967 y, de manera muy especial, por Netanyahu. Israel continuaría violando lo dispuesto por la IV Convención de Ginebra construyendo nuevos asentamientos en los territorios ocupados. En un momento dado, el estado palestino sería inviable e incluso los palestinos acabarían marchándose de todas las poblaciones al ser privados de sus tierras y de su modo de vida. Como señalaba Naftalí Bennet, Judea y Samaria serían parte del territorio soberano de Israel a costa de un estado palestino.

Semejante solución – la política de hechos consumados – es posible, pero sus consecuencias no serían fáciles ni cómodas. La irresolución del conflicto existente desde 1948 entre Israel y Palestina constituye una de las causas fundamentales de la inestabilidad que aqueja desde hace décadas a Oriente Medio. Por un lado, es utilizado por todo tipo de entidades indeseables, incluso las terroristas, para intentar legitimar conductas ilegítimas; por otro, erosiona gravemente la confianza en el derecho internacional en la medida en que Israel lleva incumpliendo resoluciones internacionales desde hace décadas de manera impune gracias al bloqueo que Estados Unidos practica para el cumplimiento de las mismas. En otras palabras, centenares de millones de personas contemplan a Israel como una potencia fuertemente militarizada que quebranta de manera sistemática el derecho internacional sin experimentar ninguna consecuencia. Resulta absolutamente imposible que no se contemple esa situación como un agravio comparativo. No son pocas las naciones que sufren sanciones económicas, en ocasiones muy duras, sin pretender anexionarse ningún territorio. ¿Cuál es la razón para que Israel sea excepcional? ¿Qué es un aliado? ¿Qué es una democracia? Desde el punto de vista de la Realpolitik ambos argumentos tienen peso, pero son inaceptables desde la perspectiva del derecho internacional. Añádase a esto la percepción de que Estados Unidos no es fiable ni moral, ni jurídica ni políticamente. De acuerdo con esta visión, sus referencias a la libertad y a la justicia no pasan de ser mera palabrería que encubre intereses nada santos. La primera potencia mundial puede pretender ser un referente, pero de serlo, lo sería, según esta perspectiva, de mera hipocresía.

El camino de la anexión es, por lo tanto, posible y quizá lo sea ahora más que hace unos años dado que Trump está emparentado con personas directamente partidarias de los asentamientos. Sin embargo, resulta inmenso el coste que puede acabar teniendo para Israel – que se verá cada vez más aislado – y para Estados Unidos que no practica esa misma política hacia otros aliados. Todo ello sin contar lo que podría suceder con un Israel que no lograra expulsar de su interior a una creciente población árabe y, sobre todo, indignada por no contar con unos mínimos derechos. Tampoco la factura sería escasa para el resto de un Occidente contemplado como cómplice.

El segundo camino sería el del cumplimiento de la legalidad internacional, es decir, el abandono total y absoluto de los territorios ocupados en 1967. Es decir, se trataría no de ofrecer, como en Camp David, la proclamación formal de un estado palestino, pero, en cuyo interior, seguirían existiendo colonias israelíes, defendidas por soldados israelíes y comunicadas por carreteras israelíes que no pueden utilizar, como hoy en día, los palestinos. De nuevo, el lector tiene que preguntarse si aceptaría la independencia de su nación manteniendo en el interior de su territorio enclaves de población exclusivamente extranjera, protegida por unidades militares extranjeras y con carreteras de uso exclusivamente extranjero. Por el contrario, implicaría desmantelar todos y cada uno de los asentamientos y abandonar totalmente los territorios ocupados. He tenido ocasión de entrevistar en distintas ocasiones a colonos israelíes y me consta que el coste moral sería grande. No pequeño resultaría el económico y, como en el caso de Gaza, previsiblemente las indemnizaciones acabarían siendo pagadas por los Estados Unidos. Sin embargo, como han señalado repetidamente distintos generales y expertos en seguridad e inteligencia de Israel no implicaría una amenaza para la seguridad – mucho menos para la existencia – por la sencilla razón de que la superioridad militar de Israel, incluido el armamento nuclear, es incomparable. Dicho sea de paso, mi experiencia repetida es que los militares israelíes se toman muy a mal todas las referencias a las supuestas amenazas para la supervivencia de Israel lo mismo si se relacionan con guerras pasadas como las de 1967 y 1973 como a contiendas futuras. Simplemente, consideran esas afirmaciones como una propaganda exterior que insulta gravemente al ejército israelí y a su capacidad. Tras mucho estudiar el tema, creo sinceramente que tienen razón en su punto de vista aunque resulte muy distinto del que encontramos frecuentemente en algunas instancias.

Por supuesto, algunos pensarán que esa segunda opción es imposible y que sólo queda hablar de paz mientras se procede, a la vez, a una anexión de los territorios ocupados aún a sabiendas de que es contraria al derecho internacional. Quizá sea así. Sin embargo, entre la población de Israel, entre los judíos de Estados Unidos y del resto del mundo, entre organizaciones judías de derechos humanos también existe la convicción de que es posible la solución de los dos estados que debe pasar imperiosamente por el desmantelamiento de los asentamientos y la paralización de otros nuevos. Ésa es, en realidad, la clave del problema porque incluso, como me refirió el vicealcalde israelí de Jerusalén en el curso de una entrevista, la misma ciudad santa podría dividirse sin especial dificultad siquiera porque, como me dijo literalmente, “todo el mundo sabe hasta donde no llegan los autobuses”. En otras palabras, Jerusalén podría ser la capital de Israel – ¡al fin! – y de Palestina simplemente si aceptamos la separación histórica y Netanyahu no continua con su política de nuevos asentamientos.

Por lo tanto, volviendo al tema de este artículo, la resolución no fue ni nueva ni injusta ni traidora. No fue nueva porque volvió a repetir lo que llevan afirmando las más diversas instituciones desde hace décadas, es decir, que el terrorismo es condenable y que los asentamientos en los territorios ocupados son contrarios al derecho internacional. No fue injusta porque apuntó a las dos partes y se sustentó sólidamente en el derecho internacional. No fue traidora porque las naciones que la suscribieron se limitaron a pedir el respeto por el derecho internacional que reclaman desde hace tiempo y Estados Unidos, aunque haya utilizado previamente el veto, también ha defendido esa misma postura en el pasado. Sí constituye, por el contrario, un toque de alerta ante una perspectiva de inminente peligro y una insistencia en el camino para lograr la paz mediante la constitución de dos estados. No sorprende que haya sido aplaudida no ciertamente por los lobbies pro-Netanyahu, pero sí por entidades israelíes y judías en la Diáspora. Y es que la alternativa dista mucho de ser fácil y resulta no menos peligrosa.
Last edit: 7 years 4 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.

Re: ¿Dónde está Palestina?

5 years 11 months ago
#10555
Me topé ayer con este debate y debo hacer algunas aclaraciones pertinentes, porque ante todo, hay que establecer que la razón de ser de la organización terrorista Hamas es la destrucción del Estado de Israel y el asesinato masivo de todos los judíos, tanto dentro como fuera de Israel.

Ni más ni menos.

Dicho esto, causa tremenda frustración ver cómo los actuales acontecimientos en la frontera de Gaza son, intencionalmente, tergiversados por la prensa y la cuestión de los asentamientos resulta mal interpretada.

La realidad es que Israel se retiró, absolutamente, de Gaza en el 2005. Ariel Sharon, buscando disminuir tensiones y con la idea de dar a los palestinos un territorio absolutamente independiente donde ensayar su estado, en paz con sus vecinos, cedió el territorio, evacuó a más de 10,000 judíos que lo habitaban y entregó, intactos, con la excepción de las sinagogas, todo lo que habían construido. Se suponía que, al menos, en ese ensayo de estado independiente, habría paz. Error, los terroristas de Hamas tomaron control del área y, desde entonces, no han cesado los ataques que han provocado, hasta ahora, dos guerras en las que el Estado Judío ha tenido que defender su existencia. En estos momentos, está sucediendo una vez más y no tiene nada que ver con la apertura de la embajada en Jerusalén.

Es una situación horrible para los israelíes que tienen que defenderse y para los palestinos a los que Hamas envía a la muerte con tal de sostenerse en el poder. Es común a los regímenes totalitarios fracasados, como lo es el de Hamas, en Gaza, intentar desviar la atención de sus ciudadanos de las verdaderas causas de la situación en la que viven. Mientras más sanguinario sea el régimen, a más extremos de crueldad llega para conseguir sus objetivos de ocultar la verdad de su fracaso.

Yahya Sinwar, el actual líder del movimiento Hamas en Gaza, admitió que: “el liderazgo del movimiento no ha logrado gobernar Gaza y permitir a sus ciudadanos llevar una vida normal”, pese a los cientos de millones de dólares que reciben. Sus corruptos dirigentes y sus acólitos emplean los fondos recibidos en armar y entrenar terroristas para destruir a Israel. Mientras, su pueblo padece y vive en condiciones deplorables y su juventud es enviada a morir como escudos humanos, llegándose al horror de utilizar infantes para esa peligrosa faena.

Para trasladarse entre Gaza e Israel existen dos pasos controlados (por razones obvias). El cruce de Kerem Shalom ubicado cerca de la frontera egipcia fue cerrado durante el fin de semana después de que terroristas palestinos dañaran la instalación, provocando millones de dólares en daños. El cruce se emplea para llevar ayuda humanitaria, alimentos, suministros médicos, combustible y materiales de construcción desde Israel a la Franja de Gaza. Existen imágenes de video del cruce mostrando cómo decenas de palestinos irrumpieron en las instalaciones, vandalizaron propiedades, derribaron vallas y produjeron incendios en las áreas de carga. El otro cruce que existe es Erez, entre Gaza e Israel, que se utiliza, fundamentalmente, para tráfico peatonal, facilitándole a los palestinos de Gaza ir a trabajar, estudiar o recibir atención médica en Israel. Este cruce también fue atacado. Además, habían construido un túnel que fue rápidamente destruido por las Fuerzas de Defensa Israelíes. Mientras tanto, Egipto opera el cruce de Rafah hacia el Sinaí, que sólo abre de vez en cuando.

Esta nueva escalada terrorista contra Israel es de tal magnitud que los vecinos más cercanos, incluso países que no tienen relaciones con Israel como son los países del Golfo, la han condenado.

Ya ha sido confirmado, hasta por los propios personeros de Hamas que, de las 62 víctimas recientes, cincuenta eran miembros activos del grupo terrorista Hamas. Ellos, muy orgullosamente y con gran desenfado, declaraban que, cuando llegaran ante los israelíes, les iban a sacar el corazón con cuchillos.

Kibutz Nahal Oz es el lugar más cercano en Israel a Gaza. Solo 875 yardas (800 metros) de campos abiertos, con una valla de hierro en el centro, separan a Nahal Oz de la Franja de Gaza. Al otro lado de la cerca está Shejaiya, un barrio de la ciudad de Gaza. Le sigue en cercanía la ciudad israelí de Sederot con más de 25,000 habitantes y también localizada a menos de una milla de la frontera con Gaza.

Estos son los hechos: Los terroristas de Hamas, a las buenas, con dinero, o a las malas con amenazas de asesinato, han logrado que decenas de miles de los habitantes de Gaza se acerquen a la frontera con Israel e intenten cruzarla con el objetivo expreso y declarado de asesinar a los judíos.
Pregúntese Ud., querido lector, qué haría si, a menos de una milla de su casa, le amenaza una horda de esa envergadura y dimensiones. Yo creo que la única opción es por el momento no esperarles con un ramo de olivo.

Re: ¿Dónde está Palestina?

5 years 11 months ago
#10557
Cuando leo u oigo que TODO lo que hacen los judios es bueno y TODO lo que hacen los palestinos es malo, hasta ahi mismo llego. No puedo evitar ver la oreja del racismo asomar. ¡Que pena, despues que el mismo pueblo judio sufrió tanto!. Solo me queda orar al Dios trino para que lleve la paz y acabe con el rencor entre TODOS los hijos de Abraham.

Re: ¿Dónde está Palestina?

5 years 11 months ago - 5 years 11 months ago
#10571
Hablemos de los buenos y de los malos:

Israel está bajo ataque. Durante semanas, decenas de miles de palestinos han intentado irrumpir, violentamente, a territorio israelí. Hamas y la Yihad Islámica han quemado neumáticos y lanzado cientos de artefactos explosivos que, afortunadamente, sólo han causado daños menores respecto a lo posible.
Una vez más, la prensa derrama judeofobia. Israel es culpable a priori. Cuando leo lo que se publicaba en los años treinta, infiero que vamos en ese desdichado rumbo. Parece que la humanidad no aprende e insiste en concentrar su odio al otro, en los judíos. Los últimos dos mil años nos muestran fenómenos terribles como la Inquisición, los progroms y el holocausto. Ya esta intención de aniquilamiento pasó más de una vez en este mismo planeta.

Sus enemigos quieren que Israel no se defienda, temeroso de la opinión pública respecto a su reacción al ataque. Cuentan con esto para aniquilarle y al fin conseguir la solución final; que los judíos otra vez no tengan país y que las tierras de Israel, Judea y Samaria jamás vuelvan a formar parte del Estado hebreo, poblado por israelíes.

Los palestinos han montado un espectáculo con elenco teatral. Por una parte, la Autoridad Palestina (los buenos) que, en definitiva, es la siempre terrorista Fatah de Yasser Arafat. Casi único empleador posible en los territorios, controla el dinero de las donaciones y la policía que es, a su vez, corrupta y abusadora. Estos visten de traje, usan corbata, son poliglotas y evitan (en inglés) sonar muy agresivos. Tienen embajadas en varios países, representación en la ONU y demás organizaciones internacionales donde son recibidos y tratados como caballeros, cuando, en definitiva, no son más que actores representando el papel de civilizados, tras una careta para engañar a los estúpidos infieles.

Estos mismos son los que estimulan el terror y la violencia. Pagan miles de dólares mensuales a los familiares de los terroristas o a ellos mismos, si sobreviven el ataque. Son los buenos, los que reciben el flujo de dinero proveniente de la UWRA y de cuanto ONG financiado por las entidades más judeofóbicas del planeta, que no aceptan que los judíos tengan un país, en sus tierras ancestrales y que se defiendan.

Estos tunantes mediante feroces campañas de propaganda antisionista (lo mismo que antisemitas o judeofóbicas) han logrado que la inmensa mayoría ignorante de la realidad del conflicto del que se siente ajena asocie el sionismo con la maldad, la barbarie, niños palestinos muertos, brazos y piernas ensangrentadas. Esa es la imagen del sionismo que promueven y que demasiados aceptan sin saber que el sionismo no es más que la decisión del pueblo judío tomada a finales del siglo XIX, después de dos mil años siendo nómadas perseguidos por su fe, cuando decidió regresar a Sión para que este volviera a ser su país como lo fuera por miles de años. Israel, como cualquier país del mundo, tiene el derecho a defenderse con los medios de los que disponga. Es deber del estado proteger a sus ciudadanos. Cuando se trata de cualquier otro país en el mundo, eso no se discute; pero los israelíes ni siquiera pueden decidir, soberanamente, cuál es su capital. Al parecer, los judíos no tienen derecho a gobernarse ni en su propia tierra.

Es tan descomunal la cantidad de fondos que recibe la Autoridad Palestina que puede pagarle a la viuda de Arafat diez millones de dólares al año. En tanto el 65% del territorio que controlan, pese a ser de las mejores tierras de la región por no ser desérticas, no es explotado. Compare usted con los israelíes que llevan el agua hasta regiones desérticas y las hacen florecer.

Hamas expresa su descontento por el control y la cantidad de dinero que la Autoridad Palestina ha de proporcionarle, y colaboran montando estos ataques, para que se produzcan más muertos, heridos y brazos y piernas ensangrentadas, porque esos son sus productos estrella para seguir recolectando fondos. Hamas y la Yihad Islámica (los malos) están haciendo su trabajo y esperan la recompensa, bajo la amenaza de llevar el terror de Gaza a los territorios controlados por la Autoridad Palestina si no les pagan lo acordado. Los jerarcas de la Autoridad Palestina viven con lujo oriental y lo menos que quieren es perder el control y, por ende, el dinero. Les van a pagar.

Quiera D-os que se produzca el milagro de que desistan en el ataque. Los israelíes han visto con sus ojos, demasiadas veces, lo que son capaces de hacer estos salvajes y no serán sus víctimas si pueden evitarlo. Le ruego a D-os que ponga su mano y evite la muerte de palestinos inocentes que han de morir por culpa de estos asesinos. Israel sabe que en su defensa le va la existencia y no la pondrá en juego. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
Last edit: 5 years 11 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: ¿Dónde está Palestina?

5 years 11 months ago - 5 years 11 months ago
#10578
No se puede generalizar ni caer en un grosero maniqueísmo; hay buenos y malos de ambas partes. Pero hay que ver hacia dónde se inclina notablemente la balanza. Acaba de anunciarse que el equipo de fútbol de Argentina suspendió un partido amistoso con Israel previo al mundial en Rusia, porque elementos palestinos amenazaron con matar a Messi y con organizar enormes protestas alrededor del campo deportivo. El equipo suspendió también una entrevista privada con el Papa Francisco debido a otras amenazas de la misma procedencia. Días antes llovieron proyectiles de mortero y cohetes procedentes de Gaza, golpeando incluso un edificio donde funcionaba un jardín de infantes en Israel. Pero la prensa se concentró en los bombardeos de respuesta israelíes sobre instalaciones de Hamas. Cabe preguntarse, ¿hacia dónde se inclina la balanza en este intercambio de violencia?
Last edit: 5 years 11 months ago by Gerardo E. Martínez-Solanas.

Re: ¿Dónde está Palestina?

5 years 7 months ago
#10746
Roland Behar y, más ampliamente, César Vidal, se basan en referencias históricas que son comprobables y muy útiles para comprender los orígenes del actual conflicto y las motivaciones y temores por parte de ambos bandos. Por otra parte, Francisco Porto interpreta que las opiniones expresadas en este debate son sesgadas, como si "TODO lo que hacen los judíos es bueno y TODO lo que hacen los palestinos es malo", lo cual induce a pensar que las opiniones expresadas no son lógicas ni veraces.

Por eso es importante subrayar en pocas palabras las referencias de la antigüedad y los orígenes en tiempos modernos de este trágico conflicto. Veamos:

1) Se calcula que en el siglo XVII antes de Cristo (AC) se estableció el pueblo judío en esa zona del Oriente Medio al Oeste del río Jordán.

2) Tiempo después, acosados por el hambre, emigran a Egipto.

3) Moisés saca a los judíos de Egipto alrededor del siglo XIII AC y poco después recuperan su territorio ancestral

4) Alrededor del año 1000 AC el rey David establece la capital del reino en Jerusalén.

5) Salomón construye el Templo en 960 AC.

6) El territorio es conquistado por Nabucodonosor de Babilonia en 586 AC, destruyendo a Jerusalén y su templo.

7) Los judíos comienzan a regresar y reconstruyen Jerusalén y el Templo en 515 AC.

8) Alejandro Magno conquista el territorio en 332 AC.

9) Rebelión de los Macabeos (166-160 AC) y autonomía del país hasta 129 AC.

10) Independencia de Judea desde 129 AC hasta 63 AC cuando es capturada por el general romano Pompeyo.

11) La reconstrucción del Templo en Jerusalén termina el 4 AC bajo Herodes el Grande.

12) Después de 4 años de rebelión, Jerusalén y el Templo son de nuevo destruidos por los romanos en 70 DC.

13) Se produce un nuevo levantamiento aplastado por los romanos entre 132 y 135 DC.

14) Se reconstruye Jerusalén bajo el dominio Bizantino, que se extiende desde 313 DC hasta 636 DC.

15) Conquista de Jerusalén por los Musulmanes.

16) El califa Abd el-Malik construye la mezquita conocida como el Domo de la Roca en el lugar del Templo.

17) Los Cruzados conquistan Jerusalén y fundan el Reino Latino de Jerusalén en 1099 DC.

18) Los Musulmanes conocidos como Mamelucos, conquistan Jerusalén en 1291 DC y expulsan a la mayoría de los cristianos y judíos.

19) Jerusalén pasa a manos del Imperio Otomano en 1517 DC.

20) En 1882 comienzan a regresar judíos, principalmente de Rusia y Polonia, a unirse a los que todavía vivían en la región.

21) El Ministro de Relaciones Exteriores británico Balfour promete apoyo para establecer un "hogar nacional judío en Palestina" cuando el Imperio Otomano es derrotado y el territorio pasa a manos de los británicos. En esos momentos había más de 20 mil judíos viviendo en Jerusalén.

22) Gran Bretaña recibe el Mandato sobre Palestina de la Liga de las Naciones y se establece Transjordania sobre 3/4 del Territorio, destinando sólo una cuarta parte al "hogar nacional judío".

23) Los judíos de Hebrón son masacrados por militantes árabes en 1929.

24) Nueva emigración judía hacia Israel huyendo de los nazis entre 1933 y 1939.

25) Nuevos disturbios anti judíos y matanzas provocadas por los árabes entre 1936 y 1939.

26) El Libro Blanco británico limita la inmigración judía a Palestina.

27) Se forma la Brigada Judía como parte de las fuerzas británicas en 1944.

28) Concluye el Mandato Británico el 14 de mayo de 1948 y se produce la partición del territorio entre árabes y judíos, aprobada por resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

29) Israel es invadido por los ejércitos de cinco Estados árabes el 15 de mayo. El 28 de mayo el barrio judío se vio envuelto en incendios, se volaron o demolieron 58 sinagogas y se quemaron en la vía pública cientos de Torahs.

30) La Guerra de Independencia frente a la agresión árabe se prolongó hasta julio de 1949. Para entonces apenas 1600 judíos quedaban en Jerusalén, pero al final, 350 hombres judíos fueron tomados como prisioneros de guerra, otros 68 judíos fueron asesinados y alrededor de 1400 más fueron expulsados de Jerusalén.

Es natural que el pueblo judío se sienta acorralado con el mar a sus espaldas ante una serie de Estados árabes que rodean a Israel y cuyos gobernantes han jurado su destrucción y, de hecho, han intentado invadirlos y expulsarlos del territorio en varias guerras sostenidas en las últimas décadas del siglo XX. También es natural que sientan profundamente el convencimiento de que Jerusalén es la capital sagrada que una y otra vez les han arrebatado por la fuerza.

También es natural que el pueblo árabe de palestina se sienta despojado del territorio que sus padres, sus abuelos y bisabuelos ocuparon durante siglos por la fuerza, pero que la población civil poblaba considerándolo su hogar de nacimiento. Para ellos es una tragedia que provoca el odio contra los judíos, azuzado por los gobernantes árabes, los cuales, pese a sus riquezas petroleras, los mantienen en la miseria y a muchos de ellos todavía en campamentos de refugiados.

No obstante, para que el pueblo árabe tenga el respeto de los judíos y logre la estabilidad necesaria para vivir en paz, es indispensable que renuncie al terrorismo orientado a expulsar a los judíos de Israel, reconozcan el Estado constituido y, bajo esas condiciones, puedan exigir un acuerdo de paz que tenga también en cuenta sus derechos.
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