¿Es Cuba un espacio adecuado para la actividad económica?

La respuesta a esta cuestión no es complicada. En esencia, se trata de mostrar que las instituciones, normas, e incluso el texto constitucional, no aportan suficientes evidencias de un modelo favorable para el crecimiento económico. Tras el fracaso de los regímenes socialistas de Europa y la opción de China y Vietnam hacia las libertades económicas, Cuba se ha quedado en el mundo como el último baluarte de la guerra fría, defendiendo un modelo económico agotado, que no da para más y que tiene que ser modificado.

El socialismo de inspiración comunista que reivindican los dirigentes cubanos supone un estado dueño absoluto de los medios de producción, con capacidad para controlar la economía por medio de la planificación central, la ausencia de libres derechos de propiedad privada y la anomalía de contar con uno de los pocos ministerios con competencias en materia de precios. Un modelo que no facilita el despegue de la actividad económica.

En la práctica el modelo social comunista cubano combina un estado totalitario que gasta más de lo que ingresa de forma sistemática, muy sobredimensionado porque detrae no solo recursos tributarios, sino también no tributarios de las empresas, lo que debe combinar con subsidios que se destinan a rebajar los precios de la producción poco competitiva e ineficiente.

No existe respeto a la propiedad privada, ni garantías para su existencia, porque no hay un estado democrático de derecho, las expropiaciones se mantienen como espada de Damocles en la regulación y la planificación central desarrolla amplias competencias sobre la economía. demás, Cuba no mantiene estabilidad monetaria y fiscal, como consecuencia de la elevada intervención del gobierno en la economía. El estado necesita de las divisas y por ello apuesta por la libertad de comercio e inversiones, pero prohíbe la realización de proyectos que no se ajusten a las directrices oficiales.

A resultas, Cuba tampoco logra tener atractivo para la inversión extranjera, que llega a cuentagotas, concentrándose en turismo, minería y tabaco, así como en monopolios estatales de servicios.  El alto nivel de libertad económica no ha logrado la inserción de la economía en las cadenas de distribución a nivel mundial, por la baja competitividad de los sectores. En términos objetivos, Cuba tiene poco que aportar al capital internacional y a la libertad económica en las actuales condiciones. Como espacio para la actividad económica, deja mucho que desear.

¿Cómo se puede valorar la posición de Cuba a nivel mundial y su atractivo para inversores extranjeros?

Sin duda, el Informe de libertad económica del Fraser Institute es una referencia internacional para determinar si un país dispone de un entorno adecuado para la actividad económica. El hecho de que Cuba no figure en el índice, elaborado para más de 190 países del mundo, no solo confirma la limitación de información estadística, sino lo evidente: Cuba es uno de los países del mundo con una economía más concentrada en manos del estado y que fomenta un entorno hostil para las actividades económicas. De hecho, el índice mide la libertad económica en una escala de 0 a 10, donde un valor más alto indica un mayor nivel de libertad económica, lo que suele estar asociado a una mayor prosperidad, nivel de bienestar y desarrollo económico y social. La cuestión es cómo situar a Cuba en la perspectiva de este índice. Sus cinco componentes, con detalle, referidos a Cuba permiten constatar lo siguiente:

  1. Tamaño del Gobierno: La puntuación de Cuba en este componente es tan solo de 2. Las razones son obvias, el peso de los derechos de propiedad del estado en el conjunto de la economía supera el 80%. Más del 70% del PIB se destina a gasto público. El empleo del sector estatal (presupuestado y empresas) alcanza el 90% de la ocupación total. Sin embargo, la participación de las inversiones estatales en el PIB se sitúa por debajo del 10% como consecuencia de la prioridad política del gasto corriente.
  2. Estructura legal y seguridad jurídica: La puntuación de Cuba en este componente es muy baja de 3, entre los peores del mundo. En primer lugar, no existe independenciajudicial, por cuanto los dirigentes políticos ejercen una influencia directa en las decisiones judiciales; tampoco existe un marco jurídico para la protección de los derechos de propiedad privada y el ejército posee una participación destacada en la economía nacional por su control de empresas vinculadas al sector externo. En el Informe Doing Business del Banco Mundial, Cuba tampoco aparece, pero el componente principal del índice relativo al cumplimiento de contratos arroja un resultado muy deficiente en el caso de Cuba. De modo, que no existe certidumbre en la compraventa de bienes y raíces, ya que el sistema de catastro se encuentra en proceso de desarrollo y actualización, sin reflejar las confiscaciones y expropiaciones de los procesos que comenzaron en 1959 y acabaron en 1968. La compra y venta de bienes y raíces se encuentra limitada por el gobierno, sin embargo, la tasa de criminalidad contra las empresas es muy baja.
  3. Acceso a moneda sólida: En este componente, la puntuación es muy baja, 3, sobre todo desde la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento y la devaluación del peso cubano, tras la desaparición del CUC. Además, no existe estabilidad monetaria, la M2 dinero en sentido amplio supera el PIB en 2 puntos porcentuales y el efectivo en manos del público se sitúa por encima del 80%. El gobierno ha establecido un sistema de tipo de cambio fijo, pero con una elevada y persistente inflación, no tardará en devaluar. En Cuba es posible tener cuentas en divisas extranjeras, pero no se pueden extraer libremente los fondos, por la escasez de las mismas.
  4. Libertad para comerciar a nivel internacional: La puntuación de estecomponente es alta, un 8, porque la economía cubana se encuentra muy abierta al exterior y comercia libremente y recibe inversiones de todos los países del mundo, excepto de EEUU por el contencioso que el régimen mantiene con dicho país. El arancel promedio es elevado y Cuba no pertenece a organismos internacionales de comercio e inversiones. Su presencia en el área del petróleo venezolano es la única referencia y sus acuerdos de comercio y otros tratados se formalizaron con los antiguos países del Este de Europa. Su integración en el mercado latinoamericano es alta. No obstante, los procesos de importación y exportación son poco transparentes, y esconden no pocas trabas. Utilizando el ïndice KOF de Globalización Cuba ocupa con un índice de 34,6 el puesto 199 tan solo por delante de Eritrea y Somalia, lo que corrobora la puntuación antes otorgada.
  5. Regulaciones al Crédito, al Trabajo y a las Empresas: La puntuación en este componente del índice vuelve a bajar y no supera el 3.Destaca un muy bajo nivel de competencia de los bancos dependientes del estado y que actúan como correa de trasmisión de decisiones políticas con una operatoria muy limitada y obsoleta. Los tipos de interés oficiales no reflejan la realidad del mercado financiero, sino los intereses del gobierno para financiar su nivel de endeudamiento. La gestión de las finanzas es muy deficiente, con frecuentes crisis de pagos y una elevada insolvencia internacional, (default de facto). 

En las regulaciones del mercado laboral, el balance similar. La normativa es jerárquica, burocrática y se ha diseñado para atender las demandas de empleo del primer y principal contratista de la economía, que es el estado. Existe la contratación fija y el fenómeno del subempleo, que hincha de manera artificial las plantillas de empresas estatales y organismos.  Los sindicatos están integrados en una central, la CTC que representa los intereses del gobierno en la negociación colectiva. Los organismos de participación social no son paritarios ni tampoco tripartitos. No hay restricciones para horas extras, trabajo de noche y de fin de semana. Por otro lado, hay restricciones para los días festivos. El despido es complicado y las autoridades deciden la recolocación de los trabajadores que pierden sus empleos por el cierre de empresas

En cuestión de regulaciones empresariales Cuba no defiende la libre empresa de mercado como institución de su economía, y tan solo acepta la creación de una figura privada, los trabajadores por cuenta propia, con un marco y una regulación que no garantiza la más mínima seguridad jurídica. Los trámites suelen ser burocráticos y poco ágiles, complejos y de escasa o nula transparencia.

En suma, tal y como cabría esperar, la estimación del índice de libertad económica para Cuba es de 3,8 ocupando el penúltimo lugar de 164 países examinados, solo por delante de Venezuela que alcanza un 3,34 y por detrás de Sudán, con 4,2. El bajo nivel del índice apunta a una deficiente calidad de las instituciones y la existencia de obstáculos para emprender que exigen reformas estructurales de gran calado. El peso del estado es excesivo y su injerencia en la economía es real, impidiendo a los agentes económicos desplegar sus potencialidades. En Cuba, hacer negocios en libertad, acumular beneficios por los agentes privados, va en contra de la constitución. La expropiación se mantiene como una amenaza en manos del estado. Las regulaciones de los negocios no son claras, ni mucho menos previsibles, eficaces y estables. Hacer planes a largo plazo, resulta imposible.

Desde esta perspectiva, Cuba aparece como un país que tiene que realizar reformas de alcance en su tejido productivo para poder mejorar su economía, sin reducir los logros en materia social. De hecho, si no se crea esa economía próspera, no será posible mantener ese nivel de gastos de forma indefinida.

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