Las previsiones de la economía global en 2019: unos apuntes

Los comienzos de cada año son el momento propicio para explorar las perspectivas económicas. Para acometer este ejercicio, los economistas centran su atención en el crecimiento del PIB, que justo en el año que ha acabado 2018, se caracterizó, al menos durante la primera mitad, por mostrar un ritmo robusto y sincronizado entre los países del mundo.

Pero este escenario, sin duda favorable, empezó a cambiar, sobre todo a partir de los meses de verano, y el final del ejercicio trajo consigo unas perspectivas menos favorables, con la aparición de tendencias dispares entre las principales áreas geográficas del mundo. Estas tendencias se toman en consideración para formular las previsiones para 2019.

El crecimiento va a buen ritmo en EEUU. Esta es una buena noticia. Las estimaciones para 2019 se sitúan en el 2,6% un avance robusto del PIB, que se beneficia del aumento de la población laboral y de la productividad. También han actuado los estímulos fiscales, consistentes en rebajas de impuestos, así como el aumento de los gastos, que impulsaron el crecimiento del PIB hasta el 2,9% en 2018. Los analistas creen que el impacto de los estímulos se dejará sentir todavía durante 2019, pero irá disminuyendo conforme avance el ejercicio. La diferencia de tres décimas menos en la estimación del crecimiento del PIB viene a confirmar que la economía de EEUU continuará siendo de las más dinámicas del mundo.

Por el contrario, la Eurozona se aleja de estas cifras de crecimiento, como consecuencia de la creciente inestabilidad política. Un proceso que viene motivado por los efectos negativos del Brexit, unidos a las protestas sociales contra el presidente francés Macron, o el final del mandato de Merkel en Alemania, y el auge en todos los países de los populismos. Todo ello ha arrastrado a la baja las cifras de crecimiento económico desde el techo alcanzado en la segunda mitad de 2017. Por si la inestabilidad política no fuera suficiente, el panorama económico en la Eurozona se ve perjudicado además por las dificultades del crédito y el efecto negativo de las tensiones comerciales sobre la confianza empresarial.

Tampoco hay previsiones optimistas para la economía de Japón. Esta se encuentra presa de una tendencia de largo plazo a un menor crecimiento, y por ello las previsiones apuntan a un 0,9% en 2019 después de haber registrado un modesto 0,8% en 2018. Con ello, acentúa su debilidad estructural. Un resultado que responde a las consecuencias de un menor crecimiento esperado en China así como el impacto de las tensiones comerciales China y EEUU, y ello pese a que la política monetaria continuará acomodando su crecimiento al de la economía. Los analistas consideran que el débil crecimiento de la economía de Japón tiene su origen, además, en la demografía (el descenso de la población laboral) y su impacto sobre la productividad. Las reformas estructurales de la economía, de la denominada “Abenomics”, no están dando los resultados esperados.

En China, la tasa de crecimiento trimestral desde comienzos de 2017, se ha ido desacelerando de forma continua, hasta alcanzar en 2018 su nivel más bajo en diez años. A pesar de todo, el crecimiento del gigante asiático ha bajado del 6,9% en 2017, al 6,6% en 2018 con una previsión del 6,3% en 2019, tasas ciertamente elevadas si se comparan a nivel mundial. Además, los responsables económicos del país han acordado, a fin de afrontar con garantías el impacto negativo de las tarifas más elevadas de EEUU, medidas fiscales y monetarias expansivas dirigidas a sostener el crecimiento económico y dar estabilidad a los mercados financieros.

Sin embargo, los analistas consideran que tales medidas son insuficientes, y por ello, el crédito se mantendrá restringido a resultas del elevado nivel de endeudamiento y el compromiso firme del gobierno para su reducción. Por ello, se considera que los estímulos fiscales y monetarios podrían llegar a ser mayores si las tensiones comerciales con EEUU fueran en aumento.

Entre los países emergentes se han observado en 2018 notables diferencias entre aquellos que crecen, como ha sido el caso de Brasil, India y Rusia, y los que se estancan o entran en recesión, como Argentina, Suráfrica y Turquia, que se encuentran además sometidos a una intensa presión financiera. Las economías emergentes padecen, con intensidad, los efectos negativos de un menor crecimiento en las economías avanzadas y del ritmo del comercio mundial, así como la fortaleza del dólar, las condiciones crediticias más restrictivas, e incluso la creciente incertidumbre política en determinados países. Los analistas consideran que tan solo los países emergentes menos endeudados, situados en Asia, podrán afrontar con éxito los retos citados.

Los analistas ven igualmente poco probable que se vuelva a producir en los mercados de commodities un colapso de precios como el ocurrido en 2015, porque la demanda continuará en aumento durante 2019. Sin embargo, la volatilidad de los mercados irá a más, sobre todo, en el de petróleo, registrando intensas subidas y bajadas. De todos modos, los precios del barril de petróleo, según las estimaciones, podrán quedar situados en torno a $70, un dato similar al de 2018, que fue de $71 en media anual. La conclusión es que, a pesar de la volatilidad, a finales de 2019 los precios no serán muy distintos de los de 2018.

El aumento registrado en la tasa de inflación de precios al consumo de 2015 a 2018, que pasó del 2% al 3%, fue provocado por la transición en el mundo desarrollado desde un escenario próximo a la deflación, hasta otro bien distinto en el que se alcanzaron los objetivos de las tasas fijadas por los bancos centrales en el entorno del 2%. Las estimaciones para la inflación global en 2019 la sitúan estable, y cerca del 3%. Y ello, a pesar de que puedan coexistir presiones alcistas en algunas economías, provocadas por el descenso de las tasas de desempleo, junto a presiones a la baja en otros países. Conforme el crecimiento económico se debilita y los precios de las commodities se estabilizan, las tasas de inflación de precios al consumo se mantendrán estables en línea con las previsiones.

Estamos ante un nuevo escenario de la economía mundial en que los países se encuentran en puntos diferentes del ciclo económico. Por ello, no resulta sorprendente que los Bancos centrales también se muevan a velocidades y direcciones distintas. Dado que el crecimiento global será más débil y que la inflación se mantendrá estable, es probable que el ritmo de modificación de las políticas acomodaticias se verá ralentizado, incluso más de lo que se espera.

Por ejemplo, los analistas esperan que el Fed en EEUU incremente los tipos de interés en 2019, al menos en tres ocasiones. Otros bancos centrales, como el de Inglaterra o el de Canadá, e incluso de algunos emergentes como Brasil o India, pueden seguir la estela de la subida de tipos.

Por otra parte, el Banco Central Europeo no aumentará los tipos de interés hasta 2020, y tampoco pondrá fin a su política de tipos de interés negativos el Banco de Japón, al menos hasta 2021. El Banco del Pueblo de China será uno de los grandes bancos que se mueva a la baja, preocupado por el crecimiento, y promover estímulos adicionales a la economía.

El crecimiento robusto de la economía de EEUU sirve como sólida base para la fortaleza del dólar, de modo que con la calma en los mercados de divisas, especialmente de las monedas de los países emergentes, se espera una nueva apreciación del dólar de EEUU durante el año. No obstante, también existe una alta probabilidad de volatilidad en las monedas, como consecuencia de la incertidumbre política en Europa, que afectará al euro y la libra esterlina. El cambio dólar euro a finales de 2019 podrá quedar en 1.10, comparado con el 1.14 de finales de 2018. De igual modo, el cambio del reminbi dólar quedará por debajo del nivel de 7, en buena medida por el deseo del gobierno chino de lograr la estabilidad financiera.

Los analistas consideran que los errores políticos van a ser las amenazas más importantes para el crecimiento global en 2019 y en el futuro. Los conflictos comerciales son causa de peligro, no solo porque causan daños, sino porque pueden ir en aumento y acabar fuera de control. Además, los déficits públicos en aumento en EEUU, los altos niveles de endeudamiento en Europa, Japón y EEUU, y posibles errores por parte de los bancos centrales pueden provocar igualmente amenazas a la economía global. La buena noticia, sin embargo, es que la probabilidad de que tales errores políticos acaben ocurriendo es muy pequeña. No obstante, los analistas no descartan algún episodio de estas características.

A modo de resumen, destacar que en 2019, mientras EEUU atravesará una etapa formidable de crecimiento económico, los países de la Unión Europea, Japón, Reino Unido y China mostrarán un menor dinamismo. Todas las previsiones formuladas para 2019, y años siguientes, apuntan a la continuidad de este escenario de menos crecimiento económico y además, poco coordinado.

El por qué de esta coyuntura está identificado por los analistas en el impacto negativo del comercio mundial, que no ha dejado de reducir su crecimiento desde el 5% a comienzos de 2018, hasta el estancamiento de finales de año. Los conflictos comerciales en aumento, sobre todo entre las grandes potencias, aumentan los efectos del pesimismo e incertidumbre sobre las economías. Por otra parte, el efecto combinado de tipos de interés en alza y una cierta volatilidad en los mercados de acciones y de commodities, podrá crear una condiciones financieras a nivel mundial cada vez más complejas, sobre todo para los países más endeudados.

En suma, el efecto combinado de estos procesos apunta a una mayor vulnerabilidad de la economía mundial en 2019, y una situación menos favorable para afrontar posibles shocks que pudieran provocar una recesión.


 

Fuente: Nariman Behravesh (2019) 10 predictions for the global economy in 2019, World Economic Forum.

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