La economía mundial a mediados de 2017

Nos encontramos en un momento especial para la economía mundial. Todos los informes publicados recientemente por organismos especializados, OCDE, FMI, Banco Mundial, insisten que el escenario ha cambiado y lo ha hecho para mucho mejor. Tras años de crisis, los indicadores de crecimiento del PIB, desempleo, nivel de precios apuntan a una tendencia positiva, estable que parece haber llegado para quedarse entre nosotros, al menos cierto tiempo.

Casi todos los análisis coinciden que la estabilidad del precio del petróleo alrededor de los 50 dólares o una eventual moderación en el aumento de los tipos de interés actúan como viento de cola empujando al conjunto de las economías. En tales condiciones, las previsiones del Banco Mundial anuncian que la economía mundial crecerá a una tasa próxima al 3% en el próximo trienio. Ni siquiera los temores que suscita un rebrote del proteccionismo, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca; o los riesgos inherentes a la economía de China inmersa en un cambio de los motores hacia el consumo interno, lo que puede aumentar el nivel de endeudamiento, o las dudas sobre la reacción de las economías a la retirada de estímulos monetarios, como en la Unión Europea, hacen prever un escenario de menor crecimiento. El motor está a pleno rendimiento, y parece más potente que antes de la crisis.

La Unión Europea continúa, sin embargo, con dudas sobre su crecimiento. Un asunto que la Comisión Europea trata de afrontar en el seno del Ecofin, donde se ha presentado recientemente un informe del Comité Económico y Financiero para promover el aumento de la inversión en los países de la Unión Europea. Años de crisis y débil crecimiento, indican que este problema de la insuficiente inversión es un obstáculo que la Unión debe afrontar para estimular el crecimiento y recuperar el dinamismo anterior a la crisis. El informe volvía a insistir en la necesidad de frenar las limitaciones que suponen las barreras a los flujos de capital establecidas por Bruselas, y en la necesidad de aprovechar los vientos de cola que favorecen la economía europea.

Uno de esos factores de estímulo es la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo que lleva en funcionamiento más de dos años, sin que todavía se haya anunciado un final para la misma. Las compras de deuda soberana han servido para inyectar liquidez en Europa y dar un respiro a los países más endeudados, a tipos de interés de cero. No obstante, son numerosos los analistas que señalan que estas medidas pueden estar cerca de su final y suponen una incertidumbre para la economía europea cuyos bancos aún no se encuentran en condiciones sólidas para afrontar sus actividades, y sobre todo, el impacto que podría tener el aumento del precio del dinero sobre los intereses que pagan los Estados por su elevada deuda.

El gran nivel de endeudamiento es otro de los factores de incertidumbre de la economía mundial. Algunas estimaciones lo sitúan alrededor de 199 billones de dólares, o el equivalente al 286% del PIB a nivel mundial, siendo China, con diferencia, uno de los países más afectados. Los analistas consideran que un eventual default de algún banco del país, o, en el peor de los casos, del Estado, se podría producir un shock a nivel mundial de dimensiones muy superiores a la caída de Lehman Brothers. La razón de los temores se encuentra en que China ya no crece al 10% de media de los últimos años, sino que el 6% registrado, aún siendo elevado, no es suficiente para la energía de la potencia asiática. La alternativa que supone la India, que crece su PIB un 7,2% en 2017, más que China, no es suficiente para la estabilidad económica mundial.

Tanto China como India muestran una elevada volatilidad en el mercado de materias primas. Los bajos niveles alcanzados, en 2016 han empezado a recuperarse de forma moderada, lo que ha supuesto un estímulo para estos países. Además, la estabilidad de precios en Europa ofrece posibilidades de mayores aumentos de precios de materias primas. El ejemplo del petróleo es interesante. El interés de EEUU por el fracking y la apuesta de los países por las energías renovables han impedido a la OPEP elevar el precio de tal modo que el Brent se ha situado entre los 45 y los 55 dólares por barril. Algunos analistas señalan que el nivel de los 50 dólares se mantendrá estable a medio plazo con el beneplácito de los consumidores y una cierta resignación de los productores.

Es precisamente la elevada dependencia del precio del petróleo lo que supone un factor de incertidumbre para la economía de Oriente Medio y el golfo Pérsico. En el último informe anual del FMI se destaca que la caída de los precios del Brent desde el nivel de más de 100 dólares de 2014, a los actuales alrededor de 50 dólares, ha supuesto una pérdida de renta real y un trasvase de recursos de los países exportadores hacia, principalmente, la Unión Europea. Para el FMI los planes de reducción de la dependencia del petróleo y la búsqueda de un modelo de crecimiento no basado en la expansión del gasto y del empleo público se convierte en un reto fundamental para los países de Oriente Medio.

Y si el petróleo supone un factor de incertidumbre para esta zona del planeta, el FMI considera que el auge del terrorismo y los conflictos internos en Oriente Medio son otra amenaza de importancia destacada. Según estimaciones de la institución, desde el inicio de la guerra en Siria la economía de este país ha experimentado una disminución del PIB en más de la mitad; por su parte, Líbano, en tres puntos, y Yemen, en otro 40%. Las posibilidades económicas de estos países se encuentran condicionadas por la expansión de los atentados terroristas, que han cruzado el Mediterráneo y atacado a grandes ciudades europeas ( Londres, Manchester, París o Berlín), y esto es otro factor de inestabilidad,

En América Latina la situación parece igualmente positiva. La región se caracteriza por ser una de las zonas políticamente más estables del planeta y si bien el petróleo no está produciendo efectos positivos, es el alza de precios de otras materias primas (como el cobre o el carbón) lo que está mejorando las previsiones económicas de América Latina. Los últimos registros indican que la recesión del pasado ha quedado atrás. América Latina ha empezado un nuevo ciclo, que tiene su origen en países como Brasil o Argentina que vuelven a registrar ritmos de crecimiento positivos y elevados. Las principales incertidumbres se encuentran en los vecinos del norte, como México, y su capacidad para reaccionar a la nueva política exterior de Donald Trump.

Volviendo a EEUU, y una vez que el Fed ha anunciado un calendario de aumentos de tipos de interés, hay cierta incertidumbre sobre el impacto proteccionista de los mensajes del presidente Trump en materia comercial y migratoria. En efecto, de llevarse a término estas actuaciones, se podrían comprometer los aumentos del precio del dinero y la marcha de la economía estadounidense. No obstante, la economía real parece sólida y así los últimos datos de empleo generado, confirman un cierto optimismo. Reducción del desempleo e inversiones en infraestructuras, pueden ser dos palancas importantes para estimular el crecimiento estable de la economía de EEUU durante la presidencia de Trump.

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