Las contribuciones del desarrollo económico de Dani Rodrik

Este artículo sobre el profesor Dani Rodrik de Harvard destaca en mayor detalle tres contribuciones que ha realizado al pensamiento sobre la globalización y el manejo del sector externo por los países en desarrollo.  Es una continuación en el artículo anterior de 3 de junio de esta columna.

Rodrik estableció que la liberalización del comercio exterior de bienes y servicios genera ganancias y beneficiarios, pero también hay pérdidas y perjudicados, que si no son debidas compensadas se opondrán el proceso.  Consideró que la liberalización a las finanzas internacionales, que fue promovida por el FMI, después a la crisis asiática de 1996, ha generado más pérdidas y problemas que beneficios debido a la inestabilidad y vulnerabilidad sistémica que provocan y que ha aumentado a nivel internacional en los años recientes de la segunda década del siglo XXI.  Opuso al Consenso de Washington para lograr más flexibilidad y conseguir que el gobierno que concentre en los temas más cruciales del desarrollo en vez de que apoyar y completar la receta general y única.

Liberalización del comercio internacional

En una monografía de 1997 sobre la globalización, Rodrik sostuvo que existía un enorme abismo entre la visión muy optimista sobre los efectos de la globalización que muchos economistas sostenían y el instinto visceral de muchos legos de resistirse a ella.

Rodrik señaló que el comercio internacional genera una profunda línea de fractura entre los grupos que tienen las habilidades y la capacidad de prosperar en la apertura a los mercados mundiales y los que carecen de ellas y son relegados o que sufren significativos retrocesos.

Sus advertencias premonitorias respecto a que los efectos de los beneficios del libre comercio fueron más dirigidas a los economistas y afecta el discurso político sobre la globalización en EEUU y la Unión Europea.

Liberalización de las financias internacionales

Los economistas del FMI atribuían muchos beneficios a la decisión de abriese a los flujos de capital extranjero, o sea a la liberalización de la cuenta de capital, como un paso inevitable en el camino del desarrollo y la globalización, que no podía evitarse y que debería ser apoyada.

Rodrik, junto con Jagdish Bhagwati, un defensor del libre comercio y Joseph Stiglitz, el ganador del Premio Nobel, se pronunció contra la apertura y globalización financiera.  Consideró que los beneficios nombrados por el FMI palidecían en comparación con los efectos nocivos y riesgos de una mayor volatilidad y desestabilidad financieras generadas por las entradas y salidas de capital extranjero, especialmente de los movimientos de corto plazo.  Los ciclos de auges y caídas de los flujos de capital financieros no son una mera característica o un efecto secundario; son un aspecto principal y fundamental.

Destacó que el capital extranjero aumenta la volatilidad y desestabilidad financieras en las economías en desarrollo.  Más de lo mismo, no es necesariamente es mejor, en materia de flujos de capital extranjero, dependiendo del contexto, del país y la naturaleza de los flujos.  La función apropiada de las políticas sobre el sector externo es frenar las entradas de capital, especialmente de los movimientos de corto plazo, en vez en alentarlas ya que sus beneficios son difíciles de determinar, mientras que sus costos son innegables.

Apoyó la liberalización financiera de forma ordenada y con el respaldo de una mayor regulación prudencial de las prácticas financieras, porque hay evidencia de que no resolverán los problemas, pero sí motivos para considerar que los pueden agravar.

El Consenso de Washington

El exitoso ataque de Rodrik a las políticas del Consenso de Washington para generar un crecimiento económico impulsado por los gobiernos y organismos internacionales, como el FMI, el Banco Mundial y el BID, puntualizó que existen muchas y diversas recetas de políticas públicas capaces de generar el crecimiento.  Por ello pasó de presentar una orientación única y general a proponer soluciones concretas, más “eclécticas” basadas en el mercado para generar crecimiento.  La expresión “no existe una fórmula única” es hoy un cliché se debe en gran medida a la influencia de la labor de Rodrik.

Por ello, hoy día, el Consenso de Washington está esencialmente muerto.  Ha sido reemplazado por un enfoque mucho más sencillo, al reconocer que se necesita mucho menos consenso de medidas y mucha más experimentación individual por los países.

Se requiere que los países experimenten para lograr un crecimiento rápido y repentino.  Las transiciones hacia un mayor crecimiento no han exigido un largo y excesivo listado de medidas.  Los países pueden impulsar un crecimiento elevado identificando sus particulares obstáculos limitantes al crecimiento y superándolos mediante intervenciones de políticas públicas bien focalizadas y diseñadas.

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