El viaje de los elefantes para dar su pésame por un amigo humano
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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El viaje de los elefantes para dar su pésame por un amigo humano
22 Feb 2013 01:15
¿Cómo supieron que había muerto su amigo y defensor?
Muchos se burlan de los sacrificios de los defensores de la ecología y hasta hay un número notable de personas que alegan que Dios nos ha hecho reyes de la Creación y que, por lo tanto, podemos manejarla como plazca a nuestro capricho y diversión.
Sin necesidad de entrar en sutilezas religiosas por las que sería fácil demostrar que si Dios creó todas las cosas y nos hizo responsables de su Creación, nos toca respetar y proteger esa obra maravillosa de la vida y el Universo, lo cierto es que desde el punto de vista científico todas las especies animales y vegetales juegan un papel indispensable para el equilibrio de la vida y la salud de todo el planeta. La tala indiscriminada de bosques y la matanza de animales por "deporte" nos convierte en una plaga en lugar de asumir el papel estabilizador que nuestra inteligencia justificaría. Por lo tanto, en una sociedad democrática debemos respaldar con firmeza y devoción todo esfuerzo por preservar el medio ambiente y el equilibrio ecológico. Apoyar a verdaderos misioneros de la naturaleza, como fue Lawrence Anthony, una leyenda de Sudáfrica y autor de 3 libros, incluyendo el bestseller "The Elephant Whisperer", que dedicó gran parte de su vida a rescatar valerosamente animales salvajes y a rehabilitar elefantes de todo el mundo de las atrocidades humanas incluyendo el valiente rescate de los animales del Zoológico de Bagdad durante la invasión norteamericana de 2003. Lamentablemente, Lawrence Anthony falleció en marzo de 2012 apenas con 62 años de edad. Lo extraordinario es que hemos sabido ahora, por lo que cuentan con asombro la esposa y los dos hijos que dejó atrás, un hecho extraordinario y conmovedor protagonizado por los elefantes salvajes que durante tantos años él había defendido de los traficantes de marfil y que, mediante algún enlace espiritual imponderable, se habían convertido en sus amigos. Cuentan que dos días después de haber fallecido, aparecieron en su casa dos numerosas manadas de elefantes salvajes con los que él había interactuado en años anteriores en la reserva de Thula Thula, situada en la región KwaZulo de Sudáfrica, con dos enormes matriarcas a la cabeza. Las manadas salvajes llegaron por separado, una el sábado y la otra el domingo, para despedirse de su bienamado amigo humano. En total, se presentaron en su casa un total de 31 elefantes que habían caminado pacientemente por cerca de 20 km para acercarse al lugar donde hasta entonces había vivido Lawrence.
Testigos de este espectáculo, los humanos estaban asombrados no sólo por la suprema inteligencia y la precisión exacta con que estos elefantes sintieron el deceso de Lawrence, sino también por los recuerdos y emociones profundos que estos amados animales evocaron de forma tan organizada: Caminando lentamente -durante dos días- y abriéndose camino en una sola fila solemne desde su habitat hasta su casa. La esposa de Lawrence, Françoise, cuenta que se conmovió profundamente porque los elefantes no habían estado en su casa antes de ese día ¡desde hacía más de 2 años!
Era obvio que los elefantes sabían bien a dónde iban y que querían dar su más profundo pésame, honrando a su amigo que les había salvado la vida - tanto así que permanecieron 2 días más con sus noches alrededor de su casa sin comer absolutamente nada.
En la mañana del cuarto día, un miércoles, partieron, emprendiendo su largo viaje de regreso a casa.
Si alguna vez realmente podemos sentir la maravillosa "interdependencia de todos los seres", es cuando reflexionamos sobre los elefantes de Thula Thula. El corazón de un hombre generoso se detiene y decenas de corazones de elefantes se sienten súbitamente afligidos. El corazón amoroso de este hombre ofreció curación y protección a estos elefantes, y en el momento de su muerte, lo supieron inexplicablemente, y llegaron a su casa a brindar un cariñoso homenaje a su amigo.
< Más detalles - en inglés>
Muchos se burlan de los sacrificios de los defensores de la ecología y hasta hay un número notable de personas que alegan que Dios nos ha hecho reyes de la Creación y que, por lo tanto, podemos manejarla como plazca a nuestro capricho y diversión.
Sin necesidad de entrar en sutilezas religiosas por las que sería fácil demostrar que si Dios creó todas las cosas y nos hizo responsables de su Creación, nos toca respetar y proteger esa obra maravillosa de la vida y el Universo, lo cierto es que desde el punto de vista científico todas las especies animales y vegetales juegan un papel indispensable para el equilibrio de la vida y la salud de todo el planeta. La tala indiscriminada de bosques y la matanza de animales por "deporte" nos convierte en una plaga en lugar de asumir el papel estabilizador que nuestra inteligencia justificaría. Por lo tanto, en una sociedad democrática debemos respaldar con firmeza y devoción todo esfuerzo por preservar el medio ambiente y el equilibrio ecológico. Apoyar a verdaderos misioneros de la naturaleza, como fue Lawrence Anthony, una leyenda de Sudáfrica y autor de 3 libros, incluyendo el bestseller "The Elephant Whisperer", que dedicó gran parte de su vida a rescatar valerosamente animales salvajes y a rehabilitar elefantes de todo el mundo de las atrocidades humanas incluyendo el valiente rescate de los animales del Zoológico de Bagdad durante la invasión norteamericana de 2003. Lamentablemente, Lawrence Anthony falleció en marzo de 2012 apenas con 62 años de edad. Lo extraordinario es que hemos sabido ahora, por lo que cuentan con asombro la esposa y los dos hijos que dejó atrás, un hecho extraordinario y conmovedor protagonizado por los elefantes salvajes que durante tantos años él había defendido de los traficantes de marfil y que, mediante algún enlace espiritual imponderable, se habían convertido en sus amigos. Cuentan que dos días después de haber fallecido, aparecieron en su casa dos numerosas manadas de elefantes salvajes con los que él había interactuado en años anteriores en la reserva de Thula Thula, situada en la región KwaZulo de Sudáfrica, con dos enormes matriarcas a la cabeza. Las manadas salvajes llegaron por separado, una el sábado y la otra el domingo, para despedirse de su bienamado amigo humano. En total, se presentaron en su casa un total de 31 elefantes que habían caminado pacientemente por cerca de 20 km para acercarse al lugar donde hasta entonces había vivido Lawrence.
Testigos de este espectáculo, los humanos estaban asombrados no sólo por la suprema inteligencia y la precisión exacta con que estos elefantes sintieron el deceso de Lawrence, sino también por los recuerdos y emociones profundos que estos amados animales evocaron de forma tan organizada: Caminando lentamente -durante dos días- y abriéndose camino en una sola fila solemne desde su habitat hasta su casa. La esposa de Lawrence, Françoise, cuenta que se conmovió profundamente porque los elefantes no habían estado en su casa antes de ese día ¡desde hacía más de 2 años!
Era obvio que los elefantes sabían bien a dónde iban y que querían dar su más profundo pésame, honrando a su amigo que les había salvado la vida - tanto así que permanecieron 2 días más con sus noches alrededor de su casa sin comer absolutamente nada.
En la mañana del cuarto día, un miércoles, partieron, emprendiendo su largo viaje de regreso a casa.
Si alguna vez realmente podemos sentir la maravillosa "interdependencia de todos los seres", es cuando reflexionamos sobre los elefantes de Thula Thula. El corazón de un hombre generoso se detiene y decenas de corazones de elefantes se sienten súbitamente afligidos. El corazón amoroso de este hombre ofreció curación y protección a estos elefantes, y en el momento de su muerte, lo supieron inexplicablemente, y llegaron a su casa a brindar un cariñoso homenaje a su amigo.
< Más detalles - en inglés>
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